Rayito de Luz

Buenos días Sol. Mira acá abajo. Toma tu tiempo y hazlo a través de mi pequeña ventana. Veo como juegas con tu luz, iluminas el árbol y las aves en él. En cuanto a mí, mezquinas un simple rayo. No te das cuenta que estoy lejos de mi casa y mi única conexión a ella eres tú. Dime,  ¿como va mi hogar ?¿ Ya los mangos florearon ?¿ Que de los limoneros ?¿ Las rosas como huelen ? Ya no recuerdo su olor. ¿ El camino de tierra que me acompañaba aun esta? ¿ Quedan aún algunas huellas de mis pies? Quiero pedirte un solo favor: Hazles saber que no me he olvidado de ellos y aun mi alma esta con todos, recorriendo cada espacio, tocando cada hoja y cada flor, probando el néctar de cada mango y mi sombra acariciando las paredes.  Cuéntales que estoy bien, que un monstruo me hizo huir de allí dejando mi castillo, que un gran mar está entre ellos y yo y profundas montañas no me dejan ver los atardeceres que una vez disfrute entre la brisa y un cielo vestido de colores. Ahora, rostros que no reconozco, caminos que no he transitado, con un aire envenenado que me encierra, me tienen secuestrado. Me escupen a la cara y se burlan de mí. Solo me dejan ver a través de mi pequeña ventana, un cielo distante, un árbol que comienza a vestirse de primavera y un olor a muerte que se asoma y me mira y tratando de quebrar el cristal y queriendo que le siga. Lo veo con detenimiento  y lo desafío; aunque mis piernas son de trapo ante tan enorme calamidad.  Ay rayito de sol,  tu eres libre y estás vivo,  envuélveme con tu compañía, pues aun cuando almas me rodean en este encierro malévolo,mi presencia es la única que siento. El resto no cuenta, es sordo. Doy vueltas repitiendo que existo. Mi voz se hace eco en pozo profundo.  Vuelvo mí mirada a mi alrededor y  trato de reconocer las cosas y las palpo. Ese olor, que no es cotidiano, embarga mis sentidos y es allí donde encuentro que no estoy donde podría estar. Siendo lo vivido en un espacio y en una hora. Preparándome a cambiar patrones.  Ahora abriré ese baúl. Ese, el de la esquina. Lo limpiare y dentro de el colocare cojines y sobre ellos las memorias, una a una sin que se rompan y cerrare ese baúl. Me duele hacerlo pero es el legado que dejare a tiempos infinitos después de mi, ya que mi descendencia  ha muerto.

Wilfredo de Jesús Rodriguez Morillo.

Madrid Otoño 2020

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